Wednesday 28 May 2014

Entre caballos.

Vuelvo a la "civilización" después de un mes de voluntariado. Os cuento:

Llegué a Mendoza en Semana Santa. Venía sin plan ninguno, así que me sumé, con gente que conocí en el hostel, a las típicas actividades turísticas de esta zona: visité varias de las muchísimas bodegas que hay, fuí a unos baños termales, paseé por la ciudad y fui a una cabalgata al atardecer por la zona de las montañas cercanas a Mendoza.
Y fue que al ponerme a pensar en un siguiente destino, no podía decidirme. Entonces se me ocurrió contactar a Javier, el que lleva las cabalgatas, a través del hostel, por si por alguna extraña casualidad necesitaba alguien que fuese a trabajar allí a cambio de alojamiento y comida. Al día siguiente llegaba con mi mochila al puesto/finca :)

Monturero.

Horno de barro para el asado.

Vistas.

Primera nevada.

Gaucho.

Atardecer sobre los Andes.

Resultó ser exactamente el sitio que necesitaba. No había electricidad ni agua. Solo caballos, campo y trabajo hasta donde la vista llegaba a alcanzar. Eramos cinco viviendo allí: los también voluntarios Noemi y Ludovic, Javier y su pareja Caro y yo. O tal vez eramos once... si incluyésemos las mascotas: los cuatro perros y las dos tarántulas, Amelie y Pepe.

Mulas, las más curiosas.

Probando jaja

Los guardianes del puesto.



El jefe.

Cuando Pepe decidió unirse al equipo...


Amelie y Pepe.

Habeís montado alguna vez a caballo? Aunque siempre me habían gustado, nunca había montado hasta que hice la cabalgata. Son animales increibles, impresiona la fuerza y potencia que tienen.
Nuestra rutina consistía en dejar los caballos libres por las mañanas para que comiesen en el campo, mientras uno de nosotros vigilaba que no se fuesen. Los cuatro días a la semana que había cabalgata teníamos que ensillar los caballos y preparar el asado para los turístas. Y diferentes pequeños trabajos que siempre surgían.

Corral.

Zanahorias de descarte.


Preparando el fuego.


Aunque no puedo decir que monto bien a caballo, porque eso es cuestión de toda una vida dedicada a ellos, después de un mes montando casi diariamente, me defiendo bastante bien! Era muy emocionante tener que vigilar y mantener juntos a unos veinte caballos completamente libres en un campo sin límites.




Llegué hace un par de días a Bariloche. Paisajes increibles. Vuelvo a hacer montaña! 
Me quedan tres meses y medio de viaje. Parece bastante, aunque todavía tengo que llegar a Ushuaia y luego subir hasta Colombia, y esos son muchísimos km... A ver como lo organizo, porque de correr ya no tengo ganas :)

Bariloche, la Suiza de Sudamérica.




Atardeceres en la Patagonia.


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